Un día viernes, 28 de octubre específicamente, al cruzar el largo pasillo y ubicándose del lado izquierdo del lugar, la Facultad de Psicología invitó a pasar un tema que el lado conservador de las familias coloca bajo la alfombra: el arte sexual. Especialmente algunas prácticas en un marco kinky.

¿Qué mejor que darle vida al tema con lo que nos contaron dos especialistas?
El arte de las cuerdas
X_dolls es una artista especializada en el Shibari, quien no sólo practica, sino que también tiene un grupo de estudio sobre el mismo. Ella comenta que el espacio nació en un principio para ella que buscaba practicar en un espacio seguro y luego, junto a otros artistas, comenzaron a hacer fotos y performance.
Su idea con las cuerdas y el laboratorio fue analizar las necesidades de cada persona y el cómo van a reaccionar los cuerpos con esta práctica.
“Por otro lado, lo que es proyecto artístico, es en relación a muchas cosas. Por ejemplo, trabajo con cosplayers, con personas que quieren hacer experiencias de cuerdas en un espacio seguro, con personas que hacen trabajo sexual y quieren hacer contenido, con muchos artistas y centros culturales”, agrega.
¿Qué es el shibari?
Shibari Kinbaku es un término proveniente de Japón y significa “atar con una intención”. X dolls, contando sobre el contexto histórico, explica que es una práctica que se realiza desde la época feudal o guerras entre samurais y que fue transmitida de maestro a alumno en Dōjōs; luego, en 1950, con la llegada de una revista “como la playboy japonesa” a occidente, y en los grupos de BDSM, nace el bondage (que a diferencia del shibari, utilizan también otros elementos). Ambas prácticas, retomando lo de la intención, pueden estar o no en un parámetro de fetichismo o dominación/sumisión.
Un espacio seguro
X dolls destaca la importancia de las negociaciones con la persona participante, en donde se planteen los riesgos, necesidades y límites de ambas partes, además de la comunicación que van a mantener las personas. “Tenemos que ser cuidadosos y educarnos, esa es la única forma para bajar los daños o los riesgos que corremos”, señala la artista.
“Cualquier persona puede experimentar con cuerdas y tener una experiencia con una suspensión. Lo importante es que las experiencias sean escalonadas, que aprendamos a comunicarnos y que veamos cuáles son las necesidades de esa persona”, finaliza.
BDSM
Agustín Liarte Tiloca realiza una investigación doctoral en relación a la construcción de subjetividades y corporalidades. Él cuenta que su interés por la manera en que el BDSM genera otros vínculos con el género y lo corporal yace tras una sesión de spank (chirlos) dentro del marco de un evento BDSM en donde una de las participantes le muestra el moretón resultante de la práctica; si bien su primera reacción fue pedirle perdón, ella manifestó conformidad y gusto. “Fue una cosa que me explotó la cabeza y empecé a considerar, pensar y a indagar cómo el BDSM produce ciertas construcciones corporales o ciertas resignificaciones sobre el cuerpo y el género que, quizás, en otras prácticas eroticosexuales no suceden o no suceden de la misma forma”, enuncia.
¿Qué es el BDSM?
Él propone pensarlo como “una práctica erótica atravesada por el consenso”. El consenso consiste en crear un acuerdo entre las partes involucradas donde se priorice el diálogo (qué se desea hacer, que no se desea hacer, límites, safe words, etc.).
¿Qué busca el BDSM?
Liarte Tiloca explica que en estas prácticas “eróticas-sociales” se construye el placer resignificando las relaciones de poder y transformando los roles de género naturalizados dentro de las prácticas eróticas.
Otra cosa que puede implicar es construir otras posibilidades de sociabilidad al hacer un uso paródico de las relaciones de género heteronormadas y monógamas. El investigador dice: “entonces lo que busca hacer el BDSM es construir otras jerarquías, justamente erotizar esas jerarquías sociales”.
Este análisis que realiza lleva a una tercera respuesta en la que esta práctica busca transformar y construir otras posibles corporalidades “en donde todo el cuerpo es capaz de producir placer” y no solo los genitales.
Las marcas
El entrevistado propone mirar las marcas resultantes de las prácticas desde otra perspectiva, tal como lo explica, son “de placer, que tienen un valor estético, que se muestran, que pueden indicar un vínculo (porque las marcas las hizo una persona y no cualquier otra)”, recalcando claramente que son marcas efímeras. Estas proponen “otra lectura de la corporalidad”.
Agustín Liarte Tiloca concluye diciendo: “Me parece super interesante poder plantear desde miradas que busquen descentrar nuestras propias experiencias con respecto a la sexualidad y el erotismo, que no caigan en patologizar o tomar lo extraño o ajeno como algo malo”.
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