Por Giuliano Mrña
A más de 270 días del comienzo de la cuarentena por coronavirus, queda claro que no solo es ese virus lo que nos puede afectar. Bastó solo con pasar por el hospital psiquiátrico de barrio Juniors para darse cuenta que hay otro punto de vista de la pandemia: la salud mental de las personas.
El viernes pasado en horario de la tarde, cuando la gente salía a comprar algunas provisiones para la merienda o para la cena, frente al Hospital Neuropsiquiátrico ubicado a metros de la costanera en el conocido barrio Juniors, las personas usuarias de servicios de salud mental, que se encuentran internados allí, estaban tomando aire fresco en su horario de salida, con barbijos, en la plazoleta Dr. León S. Morra ubicada al frente del establecimiento.
Sin dudas sorprende ver el número de personas que están realizando su tratamiento convenido por los excelentes profesionales que trabajan ahí. Se podría decir que había más de 10 personas pidiendo cigarrillos, alguna bebida o comida; otros pedían plata para comprarse el pasaje de vuelta a su pueblo; algunos solo estaban sentados en el banco de esa plaza disfrutando el sol que estaba casi escondiéndose ya.
Asomando un poco la cabeza por la puerta del hospital, se ve a esos pobres doctores con esos trajes que parecen de astronauta, sentados charlando entre ellos a metros de distancia mientras que un guardia de seguridad que se encargaba de ver que ninguno de los pacientes se vaya muy lejos del lugar.
Uno de los doctores, Hernán Ruggeri, que trabaja allí desde hace años, explicaba que la cantidad de personas usuarias de servicios mentales que ingresaron durante esta pandemia “interminable”, creció. “No hay más camas por ocupar en el centro, es una locura”, repetía sorprendido a pesar de que el barbijo tapaba la expresión facial.
Después de ese golpe de realidad que tienen todos cuando pasan por un hospital, vuelven a ese interminable fastidio del encierro en casa; con el pensamiento posicionado en cuando se acabará esto, poniendo a prueba también el estado mental de todas las personas y por un lado esas situaciones reales que se viven en los hospitales, dejan una enseñanza y otro punto de vista de la actualidad.
Anticipando la nueva normalidad dispuesta por el Presidente de la Nación, se estima de a poco volver a la vida real, que tanto se extraña. Es realmente necesario para no terminar de volverse “loco”, dirían esos aficionados por el término.